miércoles, 10 de septiembre de 2014

En qué pensar para no venirte abajo

Desde que me dijeron que me tenían que hacer pruebas para descartar un hipotético mieloma, cáncer de médula ósea, mi vida se ha transformado. El tiempo ya no se mide en meses, se mide en minutos.
Ya no estoy en una montaña rusa, al menos no como ayer.
Me he dado cuenta de que la única forma de no hundirme es estando con otras personas, especialmente aquellas que no lo saben.Cuando estoy con ellas, es como si no hubiera existido aquella conversación con el hematólogo. Es la técnica de "Si no lo digo, no existe". Un viaje a la evasión.
Solo lo sabe mi novio, él está igual que yo. Nos miramos en silencio. No hace falta decir nada. A veces tiene los ojos vidriosos, pero no pregunto y cuando los tengo yo, me hace alguna broma. Es la complicidad extrema.
El mundo está en otra dimensión, nosotros vivimos en una realidad paralela de secretos negativos que gestionamos como mejor sabemos. Nadie sabe nada de mis tratamientos de fertilidad y poca gente lo de los abortos. Ahora, más que nunca me apetece seguir con nuestros secretos. No quiero que me miren con compasión o pena.
Todavía tenemos muchas posibilidades de que todo esto quede en un mal sueño.

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