miércoles, 24 de septiembre de 2014

La experiencia del aspirado de médula y Pulp Fiction

Esta mañana me han hecho el temido aspirado de médula. Debido a una confusión, no me tomé antes el Lorazepán (Orfidal) que te recomiendan y demás relajantes musculares. La cosa es que me dijeron que esa misma mañana tenía que hacerme un análisis de sangre y llevar la orina de 24 horas (se recoge en un bote gigante y después de lleva una muestra) por lo que pensé: después de que me saquen sangre, me voy a desayunar y me tomo el Orfidal. Sin embargo, una vez allí, me llamaron por los altavoces. En la salita me esperaba una enfermera y una médico con una camilla vacía para hacerme el aspirado. Les dije: "No puede ser ahora, no me he tomado nada para el dolor" y me dijeron "Es igual, es solo un relajante muscular que no sirve para las molestias de una inyección en hueso". Me dijeron que me pondrian anestesia local y que sería un pinchazo en el pecho. De pronto, me vino a la cabeza la escena de Pulp Fiction en el que le clavan una aguja de adrenalina a Uma Thurman.


De nada sirvieron mis protestas. Me aseguraron que la otra opción era sacarme sangre, desayunar, tomar los relajantes y regresar dos horas más tarde al mismo sitio. Como soy un poco kamikaze, pensé que lo mejor era quitármelo de encima cuanto antes. Me tumbé en la camilla y cerré los ojos. La doctora me dijo que había visto mis análisis y que creía que no era nada. Abrí rapidamente los ojos, aquel diagnóstico acompañado por una alegre mirada de complicidad me pareció un regalo del cielo. Comenzó a charlar animadamente conmigo como si estuviéramos tomando un café, creo para que me relajara. Me pregunté qué lleva a un ser tan prodigioso a rodearse de cánceres y taladros en frío de forma voluntaria. La anestesia local me la pusieron en medio del pecho a cuatro dedos del cuello y picaba como cuando te echan sal en una herida. Afortunadamente eso fue lo que más dolió. La doctora me preguntó: "¿Por qué dices que te recuerda esta escena a Pulp Fiction?, ¿Tengo pinta de haber nacido en el Bronx?". No podía hablar y menos pensar en describir la escena de la inyección de adrenalina cuando tenía una aguja clavada en el pecho. De fondo, escuché la voz de mi novio preguntando por mí en recepción y sonreí. Me hubiera gustado salir corriendo para darle un abrazo. Nadie sabía indicarle dónde estaba y yo no podía hablar. Caí en la cuenta de que ese cuartucho y el mostrador de entrada quedaban puerta con puerta. Justo después escuché: "Ahora sentirás como una corriente eléctrica". Era la aguja llegando al esternón y viví en primera persona la definición de la palabra "aspirado". Esa parte apenas duele, pero me dio por sudar todo el estrés de golpe. Terminaron enseguida, me pusieron un apósito y pude sentarme. La hoja de papel secante estaba empapada de sudor. "Ah, ya se por qué has dicho lo de la película! Por la escena de la adrenalina. Bueno, esto es muy diferente sobre todo por la anestesia". Me fui riendo, había sido mucho mejor de lo que esperaba y por fín había terminado la pesadilla.
Al salir me esperaba mi novio en el pasillo, que me dio un fuerte abrazo. Nos sentamos en una sala llena de gente a que me tocara el turno para el análisis de sangre. Estaba blanca como si hubiera visto a todos los que rondan a Melinda Gordon en Entre Fantasmas. A pesar de que soy muy parlanchina, me había quedado muda. Miré a mi alrededor y pude sentir el dolor de aquellas personas. Muchos llevaban pañuelos en la cabeza, otros estaban cadavéricos, algunos nos miraban tratando de adivinar cuál sería nuestro caso. Había una profunda tristeza digna y silenciosa en un puñado de metros cuadrados tan solemne que daban ganas de gritar. A nuestro lado, un anciano al que alguien había sentado en una silla de ruedas era atendido por una enfermera. ¿Es que no tiene familiares? Se me grabó la mirada aturdida de aquel hombre, frágil como una hoja en medio de una tormenta...

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